¿A quiénes les preocupa que las mujeres estén encarceladas con varones?
Adelanto la respuesta: a nadie.
Una de las terribles consecuencias de la Ley de identidad de género sancionada en Argentina, es que los varones pueden convivir con las mujeres en las cárceles.
Con esta ley de 2012, cualquier persona puede afirmar simplemente que es del sexo contrario. Junto con el absurdo jurídico de sostener la ilusión de estos varones, más los organismos del estado ocupados en cumplirla, también están las bien financiadas organizaciones supremacistas del género, las “feministas cis”, que se unen a la preocupación por las condiciones de vida de estos señores privados de libertad.
Ellos cometieron delitos y sus derechos deben ser respetados como toda la población encarcelada. Sin embargo, llama la atención a quiénes les preocupan y cuáles son sus demandas.
En un informe de 2019, se reconoce que las mujeres que están en una situación de vulnerabilidad económica, son capturadas como “mulas” para el contrabando de drogas. Seguidamente se informa que varones que se auto identifican como mujeres, son procesados por comercialización de drogas pues también están en una situación de extrema indefensión. Por lo cual, agrega el CELS, se ha solicitado el sobreseimiento de cinco de estos varones. En el mundo se advierte la misma realidad: la población femenina es condenada predominantemente por razones económicas. Entonces ¿por qué cinco varones que venden drogas serían considerados de manera diferente, a las mujeres que recurren a la misma estrategia de sobrevivencia?
En una página web del transactivista, en 2019 se informa sobre un estudio exhaustivo de otra organización similar, llamada OTRANS Argentina, para generar datos reales que prueben la violencia sistémica a la que son sometidos los cuerpos travestis y tr4ns en situación de encierro. Esta investigación está financiada por el Fondo Internacional Tr4ns. Nos encontramos con el mismo patrón que en otras áreas: se reconoce a simple vista la perspectiva con que se aborda el tema y sorprenden los fondos destinados a proteger a estos varones arrestados.
Este Informe: Travestis y trans en cárceles argentinas: más migrantes, jóvenes y sin condena consistió en visitar las cárceles. Entre sus datos más importantes se advierte: tienen entre 25 y 40 años, las condiciones de salud y alimentación son graves; “las cárceles son depósitos humanos donde se termina desechando la vida de nuestras compañeras (sic) ”. Además se informa que cinco varones fueron sobreseídos porque la justicia argentina reconoce la “necesidad disculpante” (sic) .
En 2020 la Procuración Penitenciaria de la Nación presentó un informe Mujeres trans privadas de libertad: La invisibilidad tras los muros.
Básicamente sostiene que: entre 2000 y 2017, población carcelaria femenina aumentó en un 53.5% mientras que la de los hombres aumentó en un 19.7%; la mayoría de las mujeres contrabandearon y comercializaron drogas; también es mayormente pobre; con bajo nivel educativo, con niños a su cargo; enfrentan mayor discriminación y son expulsadas por entrar en contacto con ambientes delictivos, pero los varones que dicen ser mujer, lo pasan peor.
No es necesario ser especialista en ciencias sociales para saber, de sentido común, que las personas caen en el mundo delictivo, sean del sexo que sean, pues carecieron de una buena familia o comunidad de apoyo e inserción. Sin embargo, la lógica del victimismo es lo que abunda sobremanera a esta ideología identitaria: la queja de la de sus problemas a terceros y la necesidad de mostrarse como débiles que merecen asistencia.
Merece destacarse la siguiente afirmación:
“En los últimos años, en Argentina se ha podido observar un crecimiento exponencial del encarcelamiento de mujeres trans y travesti.”
Hasta el 2015, el Ministerio de Justicia de la Nación no contabilizó a las personas tr4ns en sus estadísticas. Recién a partir de ese año, tres años después de la sanción de la ley, el Estado empieza a saber cuántas son las encarceladas. Por lo tanto, esta nueva categoría evidentemente crecerá porque antes no existían y porque son varones que deberían estar en la columna de la población masculina. ¿Entonces cuál es la intención de describirlo como de un crecimiento exponencial? Es la manipulación del sentido común, a través de los números, con la afirmación de un tipo de persona que no existe y que los varones pueden ser mujeres.
Dos años después, en la misma página web en 2022, publican Denuncia el abandono de travestis y trans en cárceles de la provincia de Buenos Aires.
“Son pocas en relación al total de la población presa -685 mujeres cis y 31 trans en el Servicio Penitenciario Federal, sobre un total de 10.491 personas presas a fines de febrero-. Pero muchas veces se llevan la peor parte en materia de vulneración de derechos. (énfasis en el texto original)”.
Un 73% padece de algún tipo de enfermedad; denuncian la falta de acceso a la salud y alimentación; argumentan que estos varones son más propensos a sufrir abusos y violencias tras las rejas que otras poblaciones; “la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) una cautelar denunciando las pésimas condiciones sanitarias a la que era expuesto el colectivo trans en las cárceles de la provincia de Buenos Aires” (sic).
En el mismo 2022, LATFEM divulga: Mujeres trans en prisión: sobrerrepresentadas pero invisibilizadas. Esta vez es el resultado de un informe regional del estado argentino, de la Procuración Penitenciaria de la Nación de Argentina, otra vez más preocupado sobre las condiciones de encierro de esta población.
Comparando con otros países de la región, se celebra que Argentina parece cumplir con todos los estándares:
“la Constitución Nacional incluye el principio de igualdad, tiene ley antidiscriminación, ley nacional contra la violencia a las mujeres, ley nacional sobre identidad de género, las personas trans pueden cambiar su identidad de género y hay normas para su alojamiento en prisión”.
También se destaca:
“En Argentina, las condiciones del alojamiento difieren en las distintas regiones del país. En algunas provincias existen espacios de alojamiento exclusivos para mujeres trans mientras que, en otras regiones del país, deben convivir con imputados y condenados por delitos contra la integridad sexual. Por otra parte, el sistema federal permite el alojamiento de mujeres trans en cárceles que alojan a mujeres cis. Si bien esta medida parecería estar acorde a la normativa vigente, continúan presentándose dificultades para el efectivo cumplimiento de la ley de identidad de género. Las instituciones del sistema judicial no respetan el derecho a la consulta sobre el alojamiento de las personas; así como tampoco acerca del género autopercibido, lo cual produce clasificaciones discrecionales.”
En otras palabras, comparativamente a otros países de la región, Argentina ha logrado tener un armado legal mucho más fortalecido, ya que es tristemente pionera con la ley de identidad de género y todas sus normativas han sido silenciosamente concretizadas gracias a la presencia de los lobbies y un establishment político que ha vendido los derechos de las mujeres.
¿A QUIENES PERJUDICA TODO ESTO?
Ya sabemos de casos en que los varones oportunamente se “dicen” mujeres porque así su estadía carcelaria será más confortable, tal como leemos en las 👉 noticias internacionales de España, EEUU, Reino Unido, etc. También poseemos de un caso autóctono en Córdoba de 2019.
¿Acaso alguno de estos informes de Argentina se ocupa de “chequear” quiénes son estos varones? No, no se ocupan por dos razones: primero porque no se puede verificar y segundo, porque iría contra el mismo mensaje que se quiere avalar. Entonces, ¿qué mejor estrategia al quedar atrapado en el sistema carcelario, que autodefinirse como mujer?
La ley de 2012, más toda la cascada de políticas que se desprenden de esa ficción ideológica, perjudica tanto a los varones como a las mujeres privados de libertad, porque han creado una categoría VIP (very important person) frente al resto; pero sobre todo perjudica a las mujeres detenidas por razones obvias.
¿Cómo son las cárceles argentinas, excepto para una minoría de personas que por contactos políticos y/o riqueza económica la pasan mejor? Funcionan mal, están superpobladas, no se les provee de alimentación, salud, educación básicas y todos los que están encarcelados la padecen. ¿Por qué entonces el reclamo de esta población sobre el resto? Por la agenda política y económica de la industria de género.
Aldiafem por los derechos de las mujeres basados en el sexo.