Femeneidades opcionales
Los varones pueden tener dos tipos de diagnóstico sobre “disforia de género”, según la tipología del transexualismo del psiquiatra Ray Blanchard del Centre for Addiction and Mental Health de Canadá. Un grupo son los androfílicos, que tienen atracción sexual a varones, están basados en la reciprocidad, y son marcadamente femeninos en su comportamiento y apariencia desde edades tempranas.
Un segundo grupo está motivado a la tr4nsición por sus parafilias.
Son patrones del comportamiento de las personas, en las que la fuente predominante del placer sexual no se encuentra en la relación sexual como tal, sino en alguna otra actividad u objeto. Usualmente sus comportamientos son el fetichismo, el exhibicionismo, el voyeurismo, la pedofilia, la zoofilia, el frotismo, etc. Pueden tener uno o varios al mismo tiempo.
La autoginefilia es una orientación sexual definida por la excitación de pensarse a si mismo como mujer; los excita la feminidad y la sumisión. Típicamente son atraídos por mujeres, pero también pueden ser bisexuales. La tr4nsición suele ser en algunos casos, más bien tardía en su vida, y han sido convencionalmente masculinos hasta ese momento.
Blanchard agrega que en casos de una disforia leve o suave, con terapia o con terapia de comportamiento cognitivo, sería suficiente. Pero en casos severos, para mejorar su calidad de vida y estado mental, él propone que la persona viva como si fuera del sexo contrario, por lo menos un año o dos, antes de pasar a la instancia de intervenciones médicas, como con hormonas y cirugías.
Es verdad que hay gente que podría sufrir de disforia, y la falta de atención psicológica, es un retroceso a todo lo que se ha ido avanzando en el campo de la atención psicológica. También es probable, que estas personas desearían pasar lo más desapercibidamente posible, porque no desean ventilar a los cuatro vientos que sufren entre su cuerpo masculino y su deseo de ser mujer. Por eso, muchos están denunciando en las redes, lo nocivo que es el tr4nsactivismo por su misoginia y homoodio.
El movimiento transactivista normaliza las parafilias como progresista, de vanguardia, como cool, logrando atropellar con su autodefinición del sexo opuesto, los derechos de las mujeres. Esto se debe a que el estado certifica este absurdo jurídico sobre una categoría de identificación subjetiva, que no puede corroborarse.
La aceptación de la autodefinición de sexo lleva el reconocimiento, apoyo y protección legal en muchos países, por la adopción de un texto nunca refrendado por los estados como el de Yogyakarta, por ejemplo. En el se defiende la despatologización de la persona que se identifica con el sexo contrario y a la vez, hace responsable a la sociedad de atender a sus necesidades (tratamientos médicos gratuitos) y obligar socialmente a acordar con sus ficciones.
Básicamente, las legislación que aceptan la autodefinicion del sexo (aunque ellos lo llamen “género”) es la liberación de todos los tipos de parafilias. Tradicionalmente son consideradas perversiones y se llevaban a cabo de manera secreta pues eran sancionados socialmente.
La autodefinición de “la identidad de género” sin intervención de profesionales cualificados que diagnostiquen la disforia, da lugar por ejemplo, a este caso de pantomima, que veremos a continuación.
La Chico Camila en Twitter, se llama Camila Sosa Villada. Es un actor y escritor argentino que se dice “travesti” o “trans”. Un día este señor tomó un avión de vuelta a Argentina y por comodidad se vistió como un varón. Cuando pasó por inmigración fue atendido como varón, porque lo es y porque tampoco daba indicios de lo contrario. Entonces mandó este primer tuit.
Al día siguiente escribió estos dos tuits más.
Al siguiente día se da cuenta de su broma tuitera sobre cómo fue tratado en inmigración, porque es bastante conocido, goza de todo el apoyo de la intelectualidad argentina en su condición de varón artista pretendiendo ser mujer. No casualmente gente de medios de comunicación también advirtieron y difundieron sobre la discriminación que había sufrido este señor en el aeropuerto de Ezeiza.
Como varón que es y porque así estaba vestido, fue atendido en masculino. Y quién lo atendió saludándolo, tampoco tuvo tiempo de confirmar que en su documento de identidad aparece como femenino.
Entonces, su femeneidad es una cuestión de contextos. Para una entrevista a un periódico o a un canal de YouTube irá abrumadoramente femenino con todas sus cirugías, ropa y maquillaje, para retener toda la atención posible de un varón parodiando ser mujer. A su alrededor todos ignorarán lo que les dicen sus ojos, afirmándolo en su imaginaria femeneidad.
Pero para un vuelo de muchas horas, pretender vestirse como mujer es un fastidio, y a quién no pueda reconocerlo también estará en falta con su delirio narcisista, de querer mantener su rol protagónico y abusivo para quienes no cumplan su fantasía. Pero qué importa, ¡si ser mujer lo puede ser cualquiera según la ley argentina!
¡Gracias por leer @aldiafem!
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