Transitando por el último año del gobierno más transactivista de la historia, se ha pedido información sobre la identidad de género en niños de entre dos a cinco años para la admisión a jardín de infantes.
Este es un caso ejemplar de adoctrinamiento en pos de la agenda transgenerista, en este caso, desde el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires.
En el trámite de inscripción, al comenzar el nuevo año lectivo, en una sección llamada “Identidad de género”, los padres de los niños de tres años de jardín de infantes o incluso maternales, deben responder si su hijo es: mujer, mujer trans o travesti, varón, varón trans o masculinidad trans, no binario o, inclusive, "otra".
Puede ser que los argentinos se crean los mejores del mundo, pero esta propuesta, no es la versión argentina de la agenda trans, es global.
“Según la Academia Americana de Pediatría, hacia los 2 años, los niños toman conciencia de las diferencias físicas entre niños y niñas, y antes de los 3 años, la mayoría puede identificarse con ser niño o niña. Para los 4 años, la mayoría de los niños sabrán cual es su identidad de género.
Los estudios indican que los niños que afirman una identidad de género diversa conocen su género tan clara y consistentemente como sus compañeros en la misma etapa de desarrollo y se benefician del mismo nivel de apoyo, amor y aceptación social”
Este contenido forma parte del material para entrenamiento de maestros en las escuelas públicas de Chicago.
Los niños tendrían un género, pues según el principio teórico, su sexo biológico no dice nada respecto de lo que son. Lo que los define son sus sentimientos, cómo se sienten.
El sexo es una construcción social y abre la puerta a nuevas formas de entender la sexualidad infantil. Así, el niño despliega una sensualidad por la cual se normalizan relaciones entre generaciones, por ejemplo una relación entre un niño y un adulto.
El grooming a través de este requisito administrativo, es la normalización de ideas que nunca podrían ser permitidas. Se adoctrina en la creencia de que los niños toman decisiones autodeterminadas. Esto no es casual cuando paralelamente, se despatologiza a la pedofilia, al considerarla como una orientación sexual, como se pueden leer aquí diversas notas, en el blog Salagre.com.
Como la identidad de género ya está sancionada en el sistema legal, el área educativa de la provincia más poblada de la Argentina, lleva a pie juntillas el adoctrinamiento hasta llegar a los padres.
El medio de comunicación que levanta la noticia con los padres poniendo el grito en el cielo e indignados, lo argumenta de la siguiente manera:
”La sorpresa llegó al leerse el apartado de “Datos del estudiante”. …Indignados, los familiares exigieron explicaciones. “Llevan la demagogia de la cuestión de género a otro nivel y lo único que demuestran es ser unos ignorantes en la materia. ¿Cómo nos van a preguntar si mi hija, que sólo tiene tres años, es travesti?”, se preguntaron.“
La crítica es porque han pedido una información que a los tres años no puede responderse, pero no llegan al corazón de las ideas transgeneristas.
“Los niños tienen una visión fija de su género hasta los cinco o seis años de edad. Recién a partir de entonces comienzan a ser más flexibles, a hacerse preguntas y a evaluar sus sentimientos e identidad de género…. Al pedirle a un padre que encasille a su hijo como travesti o no binario a los tres años es una etiquetación compulsiva sin sentido, más que el de la demagogia”, aseguró uno de los padres afectados.
La sexualización lisa y llana de los niños está sucediendo frente a los ojos de todos. Para así abusarlos y deshumanizarlos.
El mensaje es claro: los adultos deben aggiornarse a esta recolección de datos administrativa. Y así, sin pedir su autorización, los padres sabrían, quizás por casualidad, de qué va este adoctrinamiento dentro del sistema educativo.
Los jardines de infantes y las escuelas, como fábricas, están programadas para producir infancias trans.
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