IMPOSTORAS e IMPOSTORES
La ideología de género es como un truco mágico, con las palabras se hace creer que se pueden cambiar lo inmutable, como el sexo biológico. Pero ¿qué pasa cuando la identidad se define por otra raza o etnia? ¿Funciona de la misma manera? ¿Pueden efectivamente cambiarse de grupo de pertenencia? Si se acepta que las identidades se acomodan a los deseos, sin anclaje en la realidad objetiva, ¿cuál es el límite?
EN ESTADOS UNIDOS
Una persona transracial salió a la luz en 2015. Rachel Dolezal era una activista negra que resultó ser blanca. Ella ocupaba el cargo de líder regional por los derechos raciales en la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color). Esta asociación se dedica a trabajar en el ámbito legal y educacional para las minorías en EEUU.
Un documental sobre ella se puede encontrar en Netflix.
Rachel resultó ser hija de padres de origen checo-alemán, que por muchos años fueron misioneros. Estos padres eran sumamente severos a la hora de educar a sus hijos negros adoptados, lo que llevó a Rachel a tener mucha empatía y cercanía con ellos. Con el tiempo alcanza un aspecto de negra con cremas bronceadoras y peinados acorde al estereotipo.
Las mujeres blancas afirmando que son descendientes afro-americanas no solo son Rachel Dolezal, sino también Jessica Krug, y Satchuel Cole; hasta un joven candidato a doctorado, con una oferta de trabajar en una universidad, posibilidades de convertirse en profesor, de origen italiano Vitolo-Haddad.
Jessica Krug era judía blanca, criada en los suburbios de Kansas City. Cuando se descubre su mentira, era profesora de la Universidad George Washington, especializada en diáspora africana. Asumió su identidad negra de origen caribeño y formaba parte de NAACP en Spokane, Washington. Cuenta que se arrepiente de todo lo hecho. Aunque ella huyó por experiencias traumáticas en su familia de origen cuando era muy joven, y se creó una identidad como negra, admite que no justifica que haya tenido el derecho de pertenecer a esa comunidad.
Estas personas arrebatan lugares para negros, inventan un pasado basados en sus caricaturas. Sus carreras laborales estaban garantizadas por su declaración de color de piel.
Su éxito se debió a la lógica blanca de one-drop-rule. Con la sola declaración de que existiera aunque sea una sola “gota” de sangre de alguien negro, es suficiente para aceptar a esa persona perteneciente a ese grupo. Históricamente este argumento se originó para poder justificar desheredar a hijos concebidos con mujeres negras, de blancos esclavistas.
El caso de Rachel disparó diversas reacciones en los medios. Algunos profesores especialistas en estudios africanos utilizan la batería ideológica del movimiento Woke para señalarlos como supremacistas blancos, apropiándose de los espacios de las negras oprimidas. Por otro lado, la actriz negra Whoopy Goldberg defendió a Dolezal. En su opinión “si ella quiere ser negra, que lo sea”. Otros sostuvieron que si Rachel toma las luchas de los negros y se identifica con ellos, es loable, pues se trata solo de hacer política. Llevando esta lógica al extremo, se razonó por qué no aceptar a esta blanca con la piel bronceada y rastas, si tiene las opiniones correctas, en comparación con el juez negro de la Corte Suprema de Justicia de EEUU, Clarence Thomas que es conservador.
Académicamente el caso de Rachel Dolezal se comparó con el ganador olímpico y personalidad de televisión Bruce Jenner, que cambió su nombre a Caitlyn, cuando se autopercibe como mujer. La autora Rebecca Tuvel publicó un artículo en la revista de feminismo filosófico llamada Hypatia, preguntándose: ¿si se acepta a personas que deciden cambiar de sexo, por qué no se debería aceptar a personas que deciden cambiar su raza? El planteo es lógicamente impecable, pero esto no podría haber caído peor entre los activistas negros, que entre otras reacciones, se movilizaron contra la publicación.
La cultura woke que impregna las más prestigiosas universidades americanas y los movimientos sociales de la izquierda demócrata, de ninguna manera ha aceptado que el criterio de raza lo arrebaten los blancos opresores. En todo caso, todos terminaron expulsados de sus lugares de trabajo y activismo al salir a luz sus pasados fraudulentos.
EN LONDRES
Oli London es británico, nacido en 1990. En la actualidad se define como una personalidad de internet, cantante y actor. En 2013 comienza su interés por la cultura surcoreana al mudarse y trabajar en ese país por un año enseñando inglés. Ya de vuelta a su país, se siente no binario (¿qué significa eso?) y surcoreano, tomando hábitos extremos para coincidir con su raza autopercibida: su comida de todos los días es coreana, usa productos cosméticos del mismo país y su idioma es coreano. Los últimos ocho años había luchado con sus problemas de identidad y declara estar realmente feliz de alcanzar la verdadera cultura, su país de origen (?) con más de 30 cirugías plásticas.
Su nombre adoptado no podía ser más que coreano. Ha elegido Jimin pues es a quién se quiere parecer. Es un cantante estrella del K-pop de la banda BTS con altos niveles de popularidad, siendo el primero en los años 2018 y 2019.
El clima político identitario reinante recibe con brazos abiertos sus deseos. El gobernador de Londres le deseó “Live your best life”. Un rapero en Reino Unido lo respaldó diciendo: “¿Puede alguien que acepta a esta persona como no binaria, explicarme por qué no está OK que esta persona sea coreana?” Por el contrario, la comunidad coreana piensa que sus cirugías promueven estereotipos racistas sobre su comunidad, acusándolo de apropiación cultural.
Hasta el momento, parece haberse casado, divorciado y vuelto a casar.
En este video exhibe su segundo casamiento, con otro varón. A su nuevo esposo, promete llevarlo a Surcorea a realizarse cirugías cosméticas, porque parece que el amor se basa en la coincidencia exterior de razas autopercibidas. Entre sus planes, está tener su bebé coreano. Solo elegirá del menú un bebé a su gusto y con una buena billetera, el asunto estará resuelto.
Cualquiera diría que de eso se trata este negocio: crear el producto lo más llamativamente posible para conseguir seguidores, por supuesto. Y en esa carrera frenética, se asienta aún más la ficción de que estos varones pueden ser lo que quieran. En el fondo están la clase económica y política dominante alentándolo, frotándose las manos.
EDITADO: Oli London ha aparecido en su cuenta de Twitter que ha detransicionado, se define como varón (que era lo que era!) .
EN CHILE
Pero estos descarrilamientos de la moda identitaria no pertenecen al hemisferio norte solamente. En América del Sur también contamos con un joven chileno, bautizándose con el nombre de Aliwen.
Se llama Gastón Muñoz Jiles, nació en Santiago de Chile y estudió Teoría e Historia del Arte en la Universidad de Chile. Es hijo de la diputada Pamela Jiles Moreno, políticamente difícil de definir, debido a su inconsistencia ideológica en sus votaciones en la cámara.
Tiene el historial de haber salido en las noticias por su robo en un centro comercial. Pero luego encontró otro recurso para retener el foco de la popularidad: cocinó sexo con etnia y aquí estamos con un joven que se autopercibe mujer y mapuche.
En este video Gastón responde a la pregunta: Hablando de mapuches y el colectivo lgtbq+, ¿qué opinan sobre las personas no heterosexuales y no cisgénero?
El responde: Las, los y les mapuches existen hace muchísimos años antes de que existiera la comunidad elegetebetera, como efectivamente se sostiene han existido desde siempre.
La joven que lo presenta es de origen mapuche. Para ella su límite es que se haya adueñado de su etnia. Sin embargo que pretenda ser mujer, no es un problema, pues aclara que no es una tránsfoba.
Gastón se muestra como el representante de las culturas étnicas en Chile, además de las mujeres mapuches, y defiende los derechos de los presos mapuches, entre otras cosas más . Aquí se pueden saborear más detalles, pero siempre nombrándolo en femenino.
Sus críticos no se incomodan porque se autoperciba mujer, pero sí por usurpar la identidad étnica. No parece tener ninguna ascendencia mapuche, y fácilmente se puede observar que ha tenido un antes y un después desde que se anunció ser mujer mapuche, algo que es muy difícil de digerir. No hay forma de aceptarlo como uno de los oprimidos por el colonialismo. La sociedad chilena parece haber llegado a su límite.
En la actualidad parece estar residiendo en Tokio, en una universidad japonesa en el área de estudios artísticos, como puede verse en su cuenta de Insta. Indudablemente, tener recursos económicos y educativos, junto con muy buenos contactos en el momento oportuno, ha garantizado seguir a flote hacia oriente.
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Seguramente habrá otros casos más y en el futuro, otros más seguirán fabricándose. Pero se podría conjeturar que, con la raza y la etnia no se puede llegar muy lejos, aunque sean categorías inmutables como también lo es, el sexo biológico. Esto se debe a que sexo, sexualidad y género por un lado, y raza y etnia por el otro, no pueden ser teorizadas de la misma manera. La asimetría es flagrante, este es un movimiento que se dirige en una sola dirección: a que cualquiera pueda autopercibirse mujer.