El tema de las masculinidades surgió en los departamentos de gender studies como parte de las políticas identitarias, también llamado de la cultura Woke en EEUU.
Fundamentalmente, se apoyan en el concepto de masculinidad hegemónica elaborado por una socióloga australiana, Raewyn Connell. El concepto se refiere a las formas dominantes de masculinidad para perpetuar expresiones agresivas y competitivas, que son socialmente reforzadas por los discursos hegemónicos y dominantes, sobre lo que significa ser un hombre real. En el otro extremo, estarían las mujeres oprimidas.
La publicación del INADI 🇦🇷 (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) llamada Inclusive -ver aquí-, dedica un número en abril de 2021 a este tema.
El objetivo de Inclusive es abordar el análisis, reflexión y divulgación de producciones científicas, académicas y literarias que problematicen los temas del que se ocupa el INADI. Sin embargo, advierte que los autores asumen la total responsabilidad por el contenido del texto y sus posibles errores, etc. Es decir, el estado argentino financia y promueve a autores y a sus producciones, sin garantizar la calidad de los contenidos que difunde. Lo cual es lógico ya que esta ideología no resiste ninguna constatación objetiva como se verá luego.
Aparte de la editorial de su titular, Victoria Donda, el resto de los artículos son escritos por cuatro varones que seguramente se declararán como NO heterosexuales u homosexuales, pues teóricamente, lo único que redime a los varones de su situación de privilegio (varón, blanco, heterosexual) es tener alguna identidad minoritaria. Por este mismo principio teórico-político llega a prácticamente no encontrarse ningún tipo de investigación académica en EEUU simplemente porque son varones!
El contenido de la publicación de esta oficina estatal es la adopción casi fiel de la ideología Woke, como haciendo un “copia y pega” de Google. Seguramente habrá particularidades argentinas, que podrán ser analizadas con más detalles en el futuro, pero en esta publicación quizás la más notable es que algunos autores son privilegiados por su sexo masculino y por el acceso a los contactos políticos del Inadi.
El sociólogo Sebastián Fonseca fundador del Centro de Estudios de Masculinidades de la Universidad Nacional de Comahue en la publicación del INADI escribe:
Masculinidad aprendida
La masculinidad es un aprendizaje. Es una construcción cultural que se reproduce socialmente, por esto no puede definirse fuera de su contexto social, económico e histórico. Esa construcción se desarrolla a lo largo de toda la vida, con la intervención de distintas instituciones (la familia, la escuela y todas las instituciones del Estado, la religión, los medios de comunicación, etc.) que moldean modos de habitar el cuerpo, de sentir, de pensar y de actuar el género.
Esta construcción de la masculinidad se desenvuelve en el marco de un sistema de poder. Como todo sistema de poder, existen jerarquías que guían y estructuran las miradas y las prácticas. Ser varón es algo que se debe conquistar y merecer, y quienes darán el visto bueno serán otros varones ya validados como tales.
La masculinidad está también conectada con el concepto de masculinidad tóxica, término acuñado por Terry Kupers, un psiquiatra americano. Es definido como una constelación de rasgos masculinos socialmente regresivos que sirven para fomentar dominación y la desvalorización de la mujer, junto con el homoodio y el uso de la violencia gratuita.
De hecho, desde 2018 la American Psychological Association lo toma como una enfermedad mental en sus Guidelines for Psychological Practice with Men and Boys. Ver aquí.
El discurso de la masculinidad fue muy utilizado en EEUU para explicar la elección de Donald Trump. En la publicación del INADI, también Ignacio José Muruaga hace exactamente la misma reflexión teórica. Muruaga tiene una maestría en Comunicación política y trabaja desde hace varios años en el campo de la comunicación digital y redes sociales según su Linkedin:
La cuestión de la masculinidad hegemónica en el debate público y político es un fenómeno que se estudia desde hace bastante tiempo, pero recién en los últimos años sus efectos empezaron a ser más visibles. De repente la figura del hombre blanco mayor a cincuenta años que viene a salvar a la sociedad de la perversión y la decadencia se transformó en un actor político relevante, que incluso es capaz de construir liderazgos representativos. Trump en EEUU, Bolsonaro en Brasil, Duterte en Filipinas o Abascal en España son solo algunos ejemplos de figuras masculinas que logran aglutinar amplios segmentos sociales alrededor de determinadas ideas y conceptos que uno puede definir como el universo simbólico de la masculinidad tóxica, ahora sintetizado políticamente por espacios políticos de ultraderecha.
LAS IMPLICACIONES DE ESTA IDEOLOGÍA
Las consecuencias de las afirmaciones arriba mencionadas son muchas. Veamos solo algunas. Primero, reproduzco el mensaje de uno de los autores, el sociólogo Fonseca en su Linkedin : “te ayudo a dinamizar el cambio cultural que tu organización necesita”... “es indispensable desalentar este tipo de conductas (machistas)... configurar espacios de trabajo colaborativos no sexistas…propiciar revisión crítica de nuestras realidades cotidianas” . En otras palabras, dentro de su lógica: nosotros somos los opresores, seguimos ocupando la centralidad del movimiento, y debemos cambiar juntos, ya que soy el especialista-guía-machista redimido indicado para eso.
Uno de los alcances de esta ideología es que están orientados por la agenda activista. En la vida diaria significa que los activistas y/o especialistas puedan elevar su estatus al proclamar hablar en defensa de este grupo identitario, sin siquiera haber intentado tener el consentimiento de las personas a quienes se defiende. El grupo de las oprimidas, por solamente por compartir características comunes, son conceptualizados como si fueran grupos organizados, que tienen los mismos intereses y conciencia para actuar. Estos representantes profesan que están dando a conocer la voluntad de todo el grupo, cuando en realidad solo hablan para sus seguidores en el mejor de los casos. La vuelta de tuerca argentina en la publicación del INADI es el acceso de los varones a hablar sobre sus problemáticas mientras no existen las voces desde las supuestamente mujeres “cis” oprimidas!
Segundo, el discurso de la masculinidad se caracteriza por ser escéptico a la ciencia, razón y la evidencia, la idea es destruir el acceso al conocimiento a través de los instrumentos hasta ahora usados. Fundamentalmente, ha limitado severamente la capacidad de realizar estudios académicos rigurosos sobre sexo y género, por la negación de los instrumentos convencionales de la investigación social. Ver el post sobre artículos académicos truchos.
Tercero, el discurso sobre la masculinidad hegemónica y tóxica además ejerce una fuerza destructiva sobre la consciencia de los varones, con una propaganda anti-varón que solo crea divisiones y antagonismos innecesarios. Los innumerables posteos en las redes, de los varones y otras mujeres, que se le suman contra este falso feminismo no pueden ignorarse. Como una muestra reciente, están los comentarios al video de Infobae sobre Pacto entre varones de esta chica Marico Carmona. Su mensaje solo promueve la intoxicación de las relaciones interpersonales.
En comparación con esta ideología, aquí se reproducen dos lecturas alternativas sobre la violencia física entre varones y mujeres:
Si bien no se puede negar que la violencia tiende a afectar a hombres y mujeres de manera diferente, la noción de que las mujeres son siempre las víctimas y los hombres los agresores es demostrablemente falsa. Todas las víctimas merecen nuestra simpatía, sean hombres o mujeres y si el crimen que han sufrido es propio de su género o del otro. Nadie merece ser visto como violento o amenazante solo por la anatomía con la que nació… Las tasas de violencia contra hombres y mujeres son mucho más bajas hoy que históricamente. Deberíamos trabajar para idear soluciones efectivas para continuar ese progreso, en lugar de recurrir a utilizar a todos los hombres como chivos expiatorios de la violencia que persiste. …Debemos estar dispuestos a escuchar el dolor de los hombres junto con el de las mujeres, incluidas las perspectivas de personas de todas las orientaciones sexuales e identidades de género, y buscar soluciones que construyan un mundo mejor para todos. (sic) Rethinking Gender, Sexuality, and Violence, Gideon Scopes.
Otra más aquí:
La mayoría de los comportamientos humanos tienen una distribución de género desigual. Sin embargo, las diferencias estadísticas no reflejan necesariamente las causas fundamentales. ... Del mismo modo, los hombres son más violentos que las mujeres, eso no significa que la violencia en general sea causada por una “masculinidad tóxica” o una falta de acción efectiva para proteger a las mujeres (rara vez se menciona a las víctimas masculinas). Las raíces últimas de la agresión son biológicas. La violencia doméstica está lejos de ser un problema puro de hombre contra mujer y, en general, las mujeres parecen perpetrarla por razones similares a las de los hombres.
Cuarto, bajo la misma premisa, crea un relato de mujeres siempre víctimas, que no son libres de tomar decisiones libremente. Solo viéndolo desde el punto de vista de la violencia, sostiene que las mujeres no son competitivas ni agresivas, ni violentas, es decir no cometen actos de violencia física, etc. lo cual es completamente falso.
Básicamente, el concepto de masculinidades es un discurso moral y malicioso. Flaco favor hacemos para vivir en sociedad si propiciamos el desencuentro entre los sexos.
Aldiafem por los derechos de las mujeres basados en el sexo.