MUJERES QUE DICEN SER NO-MUJERES
Más de cuatrocientas mujeres, invitadas por organizaciones transactivistas participaron en un estudio titulado “Estado de salud y factores asociados en masculinidades trans y personas no binarias de la Argentina” publicado recientemente en la página web de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (ATTTA).
Entre las justificaciones del estudio, se cita que ellas han sido menos estudiadas que los varones, ya que el contagio de VIH/Sida se focalizó en mayor medida en ellos. De hecho, esa fue la estrategia para entrar originalmente a funcionar en los servicios de salud y solapadamente añadir a las “diversidades sexuales” en los noventas.
La autoría es de la Fundación Huésped, financiada, por fondos gubernamentales y organismos de cooperación internacional, ONUSida, etc. en colaboración con ATTTA.
Junto con el VIH, se examinan también las prácticas y comportamientos sexuales, problemas al acceso a la salud de “género” y sus obstáculos a la prevención, diagnóstico y tratamiento, etc.
Veamos entonces quiénes son estas mujeres --dentro de los límites del trabajo-- que el estudio valora como un insumo valioso para visibilizar sus necesidades de salud y mejorar su atención médica.
Características generales
La muestra de mujeres ad hoc fue respondida en línea por 415 mujeres, entre 19 y 27 años de edad, que cumplieron las condiciones de tener más de 16 años. El siguiente gráfico muestra cómo ellas se perciben: “hombre trans”, “hombre” “transmasculino” y “no binario / género fluido / agénero / otro”.
Un 59% nació en el área metropolitana de Buenos Aires y 41% del interior de la Argentina. Solo un 8% son extranjeras.
Respecto de su cobertura médica, un 37% es pública, el resto proviene de obras sociales, prepaga y otras. En cuanto a la vivienda, la gran mayoría (95%), refirió vivir en casa o departamento y en compañía de otras personas (91%), y el 67% vive con algún familiar. Seguidamente se pueden ver la distribución por nivel educativo alcanzado y su situación ocupacional.
También se les preguntó sobre “trabajo sexual”. Observando el diseño del estudio y la exposición de los datos de la Figura 4, surge otra vez el concepto de la ventana de Overton:
¿El propósito hablar sobre “trabajo sexual”, es seguir afianzando la idea de que ser prostituida es un trabajo como cualquier otro? ¿Por qué el gráfico sólo muestra si han tenido alguna experiencia o actualmente son prostituidas, y no incluye otras historias laborales? Los autores del informe cumplen con los requisitos de sus financiadores y los dictados de la maquinaria puesta en movimiento: convencer sobre la libre elección de ser prostituida como una opción más, afianzando la explotación sexual de las mujeres.
En relación estos hallazgos, el informe afirma:
“Se destaca que, en comparación con los resultados observados en estudios previos con población de femineidades trans, las masculinidades trans y personas no binarias reportaron mayor nivel educativo (más de la mitad alcanzó el nivel terciario o universitario), señalaron menor frecuencia de trabajo sexual (ver Figura 4) e indicaron mayor frecuencia de vivienda estable (casas o departamentos).”
De la comparación con los estudios sobre varones, que también niegan su sexo biológico, las mujeres provienen de una clase económica y social más privilegiada. No se puede sostener que las mujeres con más recursos, de alguna manera más privilegiadas material y socialmente, son las más fácilmente arrastradas por este contagio social en Argentina. Además no hay que olvidar que fue una encuesta online lo cual supone un sesgo de la muestra a aquellas que acceden a dispositivos electrónicos e internet (frecuentemente más jóvenes y con mayor nivel educativo). En todo caso, demuestra que cuando las entidades transactivistas invitan a participar en sus estudios, acceden a un perfil diferente para cada sexo biológico.
En la misma línea del perfil de la muestra, un buen número de mujeres demuestran que se cuidan ginecológicamente. Los motivos de la consulta se relacionan con temas significativos para el proceso de afirmación de su ficción de cambio de sexo.
Sobre situaciones de discriminación, estima y trato negativo
Un 51% de la muestra se vió forzado a abandonar su hogar en algún momento, y un 81% sufrió acoso escolar en general, y un 26% el acoso escolar fue debido a su identidad de género (es decir, por negar su sexo femenino). Alrededor de un 60% padecieron experiencias de violencia familiar, violencia de pareja y violencia o abuso sexual.
¿Podríamos sospechar que una parte del acoso escolar era porque no eran suficientemente femeninas como se esperaba? Si han sufrido violencia por ser mujeres, ¿creerán que por declararse del sexo masculino lograrán eliminarla?
Además, ¿ya no necesitarían estar atentas a tratos abusivos y depredadores? ¿Podrían reconocer aún así, sus necesidades de seguridad, dignidad y privacidad?
Tanto los varones en general como los compañeros de la comunidad no están ahí para reconocer la violación de los límites, porque para ellos, ellas nunca dejaron de ser mujeres. Ellas están entrampadas en un juego ya amañado, en clara desventaja.
Siguiendo con el tema de la discriminación y malos tratos, estos son los resultados sobre su acceso a los servicios de salud.
Alrededor de siete de cada diez declararon haber tenido experiencias de discriminación y evitar hacer consultar médicas. No se adjuntan relatos pormenorizados sobre sus experiencias, pero se podría sospechar tentativamente: 1- los consultorios destilan misoginia y homoodio; 2- el personal de salud no habría acordado con la ficción de que no son mujeres, 3- la comunicación estaría inevitablemente relacionada con la realidad material del cuerpo femenino y toda la dinámica médica alrededor de él.
Respecto del primer punto, no hay mayor trastocamiento sobre la aceptación social de las mujeres lesbianas que la fagocitación de sus grupos —la LGB quedaron subsumidas en la T— y la propaganda reinante por la ideología de género, por la cual un varón puede autopercibirse como mujer lesbiana. No es un problema sencillo y ellas estarían entrampadas en el aplanado debate de los trasactivistas a una simple confrontación entre los buenos y los malos.
Respecto a los dos siguientes puntos relacionados con el personal de salud, no hay otra área donde el sexo biológico sea más relevante. Los principios de la atención médica verdaderamente ética no debería nunca responder a fantasías mentales.
Equivocarse con el nombre y/o con la forma de nombrarlas, referirse a síntomas, estudios médicos o enfermedades relacionadas con el sexo biológico, ya serían muestras de discriminación de acuerdo a la retórica transactivista. La supremacía del género se reduce a que todos validen, afirmen y acaten decir lo que ellas quieren escuchar. Se proponen afianzar el tabú alrededor de la palabra mujer y si hay que nombrarla, se hablará de cuerpos y estudios médicos evitándola, como son las expresiones como personas menstruantes, personas con vagina, persona embarazada, etc.
De manera que, en las conclusiones del informe se señala que subsisten los problemas de escasez de servicios de salud transafirmativos (así lo nombran) y profesionales competentes, así como perduran situaciones de discriminación y trato negativo. La razón de ser de la Fundación Huésped como la ATTTA, es seguir cabildeando para que se perfeccionen los centros expendedores de fantasías, se amplíe el número de consumidoras de esta industria de género, y se profundice el negacionismo biológico entre los trabajadores de la salud.
Salud mental
Casi la mitad de la muestra fue diagnosticada con algún tipo de trastorno del estado de ánimo (mayormente depresión y ansiedad) y de una alta prevalencia de intentos de autolesiones no suicidas, vinculados a cómo se sentían con respecto a su identidad de género o la discrimininación que experimentaban por esa identidad.
Como es un documento transactivista, la lógica es afirmar que la necesidad de cambiar de sexo el procedimiento indicado para alcanzar la salud mental, en el sentido que sus problemas surgen porque no eran aceptadas al romper con el modelo heteronormativo.
Antes que afirmar la necesidad de atención psicológica y considerar otras causas que dan origen a la depresión y ansiedad, sin afectar su hardware biológico existente, se empuja por el enfoque médico invasivo, que solucionaría en primer lugar sus malestares, y luego, los problemas posteriores serían por la opresión social por no aceptarlas. Justamente, las historias de los detransicionadores demuestran que cuando comienzan a plantear dudas sobre sus elecciones con “la transición” por sus problemas no resueltos, sus malestares, la comunidad los rechaza y abandona, si persisten en su cuestionamiento.
Creer ser del otro sexo biológico
Las mujeres supieron que su identidad de género no correspondía con su cuerpo entre los 14 y 20 años, con una mediana de 17 años de edad. Un 42% dice que lo sintió desde que tiene consciencia, un 21% desde la preadolescencia, un 26% en la adolescencia y un 11% en la adultez. Seis de cada 10 han realizado el cambio de sexo en el documento nacional de identidad.
Actualmente más de la mitad utiliza terapia hormonal, un tercio planea hacerlo en el futuro, un 50% se aplasta los pechos con compresores de pechos y como procedimiento quirúrgico, 3 de 10 mujeres se han extirpado sus pechos.
Tanto preguntar por las hormonas, los compresores de pechos y amputárselos es parte del procedimiento normalizador el ideario transgenerista: afirmémosle a las chicas que deben hacer desaparecer cualquier contorno corporal que denuncie su sexo biológico y así hacer coincidir que el manoseado autodiagnóstico de disforia de género con odiar sus cuerpos, medicarse y mutilarse. El punto final es alterar sus cuerpos y que no haya vuelta atrás.
Comportamiento sexual
Antes de ver sus comportamientos sexuales, recordemos que la Fundación Huésped sí reconoció la realidad física biológica de las encuestadas, que hace más fácil leer los resultados, aunque para muchas estadísticas de gobiernos nacionales y de sus subdivisiones geográficas, se pierden completamente.
Se les preguntó por quienes sienten atracción, y el informe lo resume como:
“8 de cada 10 refiere sentir atracción sexual por mujeres cis, aproximadamente 5 de cada 10 manifiesta atracción por cada una de las demás identidades de género”
La Figura 14 es una muestra de la ofuscación del lenguaje que persigue esta ideología. Si hablamos de orientaciones sexuales: ¿son más las lesbianas quienes eligen a “hombres trans” y a “mujeres cis”? ¿Son las heterosexuales quienes eligen a “mujeres trans” y “hombres cis”?
Dentro de la cultura homoodiante de ideología de género, si están escapando de reconocerse como mujeres ellas mismas ¿cómo podrían amar a otra mujer?
Entender la pregunta, cotejarla con los resultados del gráfico, y el informe da lugar a la ralentización cognitiva, al reconocer las dificultades para procesar estas elecciones pocos comunes de lenguaje, incongruente con el sexo. Es el cerebro enviando simultáneamente mensajes contradictorios, una serie de impresiones engañosas al lector. ¿Por qué?
El objetivo de las teorías postmodernistas es destruir los conceptos fundacionales de la existencia humana y celebrarlo como actos políticos beneficiosamente perturbadores, “desde los márgenes” como les gusta decir. La forma de actuación preferida es la que logra convencer que está derribando las estructuras de poder y las jerarquías existentes leídas como opresoras. Pero esta ideología que se vende a los jóvenes como tan subversiva y contra el poder hegemónico, en realidad es adoptada por el estado y todas sus instituciones, trabajando a su favor de manera sincronizada con la propaganda y todo el aparato económico.
Consecuencias de definirse como no-mujer
Volvemos a ver la Figura 2 sobre cómo se identifican:
Ellas creen que definirse como no-mujeres las alivia de lo que creen que las empujó a esa decisión --aunque sepan que son mujeres y que el resto de las personas que las rodean, también saben que es una mentira-- Son las autoidentificadas como “hombre trans”, “transmasculino”. En lugar de "varón" que significa un varón humano adulto, "varón" ahora significa cualquier persona que se identifique como varón, y el varón es simplemente una construcción social que no se puede definir. Si tiene que redefinir una palabra para incluir a alguien, entonces nunca se supuso que se incluyera. No pueden ser hombre o masculino sin agregarle un “trans”, pues si no lo añaden, no funciona el truco.
Un segundo grupo serían las que eligieron identificarse como “hombre” y estarían absolutamente convencidas, a tal punto, que no podrían diferenciar la ficción de la realidad.
Por las razones que sean, así se presentaron. No obstante, y como los destransicionadores cuentan, seguramente no darían a conocer si tienen ciertas dudas porque es una convocatoria de organizaciones transactivistas, a responder una encuesta. ¿Puede que algunas de ellas estén sopesando qué riesgos implica negar su sexo, teniendo más claro cierta disonancia cognitiva, estén sintiéndose perjudicadas de alguna manera psicológica, social y/o físicamente?
Por afirmar que las mujeres pueden ser no-mujeres, no lograrán revertir los bastiones de la cultura patriarcal ni los mandatos de género. Sexo y género no deberían entrar en una competencia, lo que necesitamos es abolir a este último.
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