Como este país se destaca por la temprana y turbia adopción de la ideología de género, todo cae en cascada, auspiciando y financiando a su industria, con la ley nacional de Identidad de Género de 2012.
Existen muchísimos métodos y herramientas efectivos para persuadir a la población a aceptar esta agenda ideológica, aún cuando la gente no acordaría con sus propuestas.
Veamos por ejemplo, el anuncio de la provincia de Buenos Aires, que es la más poblada de la República Argentina, con unos 15 millones de habitantes. Esta provincia ha introducido una modificación en las fichas a la hora de inscribir las familias a sus hijos en jardines, primarias y secundarias para el ciclo lectivo 2023.
Las opciones son:
“Mujer”
“Mujer trans/travesti”
“Varón”
“Varón trans/masculinidad trans”
“No binario”
“Otra” y
“No desea responder”
¿A qué adulto le parecerían razonable las nuevas opciones al momento de inscribir a su hijo entre dos a cinco años? La provincia ya se ha anticipado a esta sorpresa: elaboró un documento para que se oriente a la familia, que por temor a ser mal vista o muestre cara de consternación, no entienda el formulario. De paso, comprometen a las autoridades educativas a llevar a cabo su trabajo. Nadie escapa al impulso totalitarista de control social.
Los medios y la propaganda —todos trabajando al unísono vendiendo la mentira que los niños y los jóvenes pueden sentir que son del sexo contrario— monopolizan el único mensaje, controlan la forma de narrar la realidad y de ese modo, cultivar el cumplimiento y conformidad social de manera masiva.
La conformidad crea la ilusión de que una mayoría de la sociedad acuerda con esta propaganda, especialmente cuando cualquier narrativa contraria que compita con la hegemónica, será censurada. Efectivamente, no existe ningún medio de comunicación masivo que haga una lectura crítica de la política identitaria que se está llevando en la República Argentina. De manera que, la ilusión contiene el efecto de una bola de nieve, de empujar la aceptación de la mayoría de los ciudadanos.
Según la provincia, “la medida busca atender la perspectiva de género de los estudiantes” es decir, un chico sabría si su opción es la que no corresponde con su sexo biológico. Pero la aceptación de este sinsentido viene dentro de cada uno de nosotros: la gente tiende a imitar los comportamientos de los que están alrededor, por la necesidad de pertenecer y por el terror al rechazo social.
Se argumenta, entre otras razones, que se agregaron para: “Actualizar y mejorar la calidad de la información relevada tanto para disponibilidad de las escuelas como del nivel central”. Usualmente, los alumnos se registraban como femenino o masculino. La categoría sexo es una variable categórica, es decir, tiene un número finito y no tiene un orden lógico: se es femenino o es masculino.
Según la publicidad, la calidad de la información mejorará transformándola en una categoría continua, es decir, en un número infinito de valores. ¿Es una exageración? ¡De ninguna manera! La identidad es fluida, no estática, espectral, libre, continua, indefinida, líquida, borrosa, cambiante e inapresable y en constante actualización. Así se incluyen las opciones: “Otra” y “No desea responder,” para respetar las identidades sentidas. Una búsqueda por internet rápidamente muestra que existen numerosos glosarios con identidades de género en el mundo. La ONU registra en 2019, 112 tipos de identidades de género.
Esto no es nuevo. El Censo nacional de población de este año 2022, introdujo las siguientes preguntas:
De manera que toda la administración pública continua eliminando la indispensable información estadística para el análisis e interpretación de los datos, que servirían para la toma de decisiones, elaborar políticas y establecer metas.
Escéptica a la ciencia, la razón y la evidencia, esta política identitaria hace estallar por el aire la identificación por sexo del estudiantado, machaca una y otra vez que la realidad no es la que nos muestran los ojos, sino que es subjetiva, es un sentimiento. Los padres llenarán los formularios a la hora de registrar a sus hijos sin mosquearse ¡y a otra cosa, mariposa!
Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE) de la Provincia de Buenos Aires
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