SOBRE DIVERSIDAD, INCLUSIÓN Y JUSTICIA
¿Qué es toda la alharaca alrededor de la nueva agenda social por la diversidad, inclusividad e igualdad concretamente para las mujeres y niñas?
Estos son los principios que guían al movimiento de justicia social — o Critical Social Justice— que los gobiernos, corporaciones, medios de comunicación, líderes sociales, hasta académicos y redes sociales proclaman por doquier.
Pero en este entramado, las palabras como diversidad, inclusión e igualdad no se refieren a lo que usualmente habíamos entendido. Estas palabras forman parte del léxico de la ideología de género y el impulso marketinero de las corporaciones detrás de la industria de género.
Diversidad quiere decir que las personas parecen distintas pero piensan igual. Por ejemplo, un grupo de contratación diverso incluye personas que se ven diferentes pero comparten opiniones casi idénticas sobre cuestiones políticas, culturales y sociales. Básicamente, cuando se escucha diversidad hay que traducirlo como el deseo de sostener diferencias superficiales, mientras tienen idénticas visiones del mundo. El uso de diversidad sexual es la misma treta para borrar el sexo biológico femenino, y solapadamente en realidad imponer las identidades sexuales sintéticas, al decir de Jennifer Bilek.
Justicia es reconciliarse las discriminaciones por ser oprimidos los “trans” por los privilegiados “cis”. De tal manera que, en un sistema justo, ciertos grupos o individuos deben ser discriminados para compensar la discriminación que otros individuos y grupos sufrieron en el pasado, en el presente y hacia el futuro. Si el sistema es justo significa por definición que las personas no son tratadas equitativamente. Alcanzar la justicia es totalitario pues se persiguen privilegios especiales para minorías bajo acciones afirmativas y legislación discriminatoria. Alimenta la fractura social, hostilidad mutua y el resentimiento de los excluidos.
Inclusividad consiste en restringir el habla, la palabra. Un espacio inclusivo, es un lugar acogedor. No se quiere crear un espacio donde la gente se sienta ofendida porque sino estas personas no se sentirían más acogidas. La mejor manera de asegurar que la gente no se ofenderá es excluyendo ciertas ideas, hay que asegurar que no se dirán cosas que pueden hacer sentir mal a la gente. De esta manera, en un espacio inclusivo se restringe el habla, la libertad de expresión. Es donde reside la policía de la corrección política.
El lenguaje inclusivo forma parte de este paquete ideológico. Según este trabajo de WDI sobre el borrado del sexo, los activistas de la identidad de género lo usan para reemplazar el sexo biológico por género, neutralizar o prohibir pronombres femeninos, borrar a la mujer entre múltiples géneros y diversidades, o nombrarlas por alguna función o parte del cuerpo femenino o simplemente “cis.” De hecho, expresar ideas usándolo ya es toda una declaración política.
Otra forma de aplicar el concepto exitosamente es con los llamados consultorios inclusivos en Argentina. Originalmente se crean para ocuparse de las personas con VIH-Sida, pero solapadamente se añade atender a las “diversidades sexuales”.
La legalización de la ficción del cambio de sexo, contenido en la ley de Identidad de género, obliga al personal sanitario a trabajar en la misma dirección. Debido a que los consultorios están formados por un equipo interdisciplinario de profesionales, más la administración sanitaria, etc, se impone la uniformidad de un solo mensaje a través de jornadas de entrenamiento, de formación, etc. El objetivo es manipular el sentido común y la realidad de la naturaleza sexual dimórfica del cuerpo humano y silenciar las opiniones contrarias, además de alimentar el miedo al aislamiento y pérdida de sus puestos de trabajo.
El consultorio inclusivo será un espacio acogedor no solo para consolidar la ficción del cuerpo equivocado, en adultos y menores de edad, sino también hacia los padres y tutores. Como tantos destransicionadores y padres relatan, no es un espacio de consulta para sopesar con detenimiento qué implicancias tienen estos tratamientos, es un espacio para la manipulación y validación del adoctrinamiento estatal.
El sistema sanitario destina recursos para proveer de atención médica despatologizándolo, pues es el consumidor quien decidirá sobre el menú de tratamientos médicos y donde los profesionales a cargo de evaluarlos no tienen nada para decir, solo afirmarlos.
La gratuidad de la atención médica representa hacer justicia entre los oprimidos por el sistema heteronormativo, del delirio de creer que pueden cambiar de sexo de manera hormonal y cosmetológica.
El consultorio inclusivo logra condensar no solo la institución social, sino también su ideología y la industria que explica su razón de ser pues ser “trans” es un producto marquetinero.
En relación a su distribución territorial, otra misión del sistema público es ocuparse de abrirlos y atraer al mayor número de consumidores posibles. El siguiente un mapa online con la distribución geográfica de todos los consultorios inclusivos corresponde a la provincia de Buenos Aires, bajo el Programa Provincial de Implementación de Políticas de Género y Diversidad en Salud
En otra provincia, Santa Fe también se ofrece la ubicación de los consultorios inclusivos aquí .
La agenda global por los principios de la ideología de género persigue la diversidad, la inclusión y la justicia afianzando un discurso político hegemónico, una visión del mundo a través de una persuasión coercitiva y lavado de cabeza, y silenciando a quienes sostienen la realidad biológica de los cuerpos, erosionando los derechos de las mujeres y los menores.
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