Las transformaciones lingüísticas en relación a las demandas del feminismo ojalá resultaran de la concreta superación de las condiciones de vida de las mujeres, pero como está por verse, parece que aún están lejos de alcanzarse.
Alrededor de fines de los 80s comenzó en España1 una línea de pensamiento que denunciaba el empleo de expresiones sexistas en el idioma español contemporáneo. Se argumenta que representan una forma de discriminación hacia el sexo femenino, a través de prejuicios, estereotipos o tratos desiguales debido a su sexo, favoreciendo o privilegiando al masculino sobre el femenino.
Se cuestionó la autoridad de la Real Academia Española, por ejemplo, por su ignorancia y retraso en incorporar y modificar su sexismo en los diccionarios y repertorios lexicográficos, en el uso de palabras sexistas y el masculino como genérico.
Otra de las áreas de discusión es con la denominación de trabajos, títulos, profesiones y tareas que en el pasado eran realizadas por varones y actualmente también las ejercen las mujeres. Por ejemplo: ¿cómo se llamará a una mujer que trabaja, que ejerce como juez? Veamos las tres soluciones propuestas.
Este debate no ha sido en vano. En la actualidad, se observa un movimiento hacia el uso de “persona”, “miembro”, etc. como neutros, como es el caso del Diccionario de la Real Academia Española.
Aparecen así tres alternativas: una tradicionalista, que insiste en mantener las reglas de funcionamiento de la lengua como hasta ahora, una revisionista que persiguen usar las palabras en femenino cuando el referente es una persona de sexo femenino y otros, en línea con el descriptivismo lingüístico, como Alvaro García Meseguer,2 de la línea sugiere que el tiempo y el uso de las palabras determinarán qué forma se aceptará ampliamente.
El empleo de los genéricos es otra forma de referirse a grupos mixtos, como por ejemplo “la ciudadanía,” “el profesorado,” entre otros.3 Pero es criticado porque las mujeres quedarían invisibilizadas y excluidas. Es así como surgen los dobletes o desdoblamientos: “profesoras y profesores”, “trabajadores y trabajadoras”, etc.
Pero esto atenta al principio de economía de expresión:los hablantes tienden a expresarse de la manera más corta, más breve y menos trabajosa posible.4 Otra crítica señala que el desdoblamiento vendría a señalar dos especies o tipos distintos de personas. 5
Debido a la presión por adoptar el lenguaje no sexista surge la siguiente duda: ¿una convención lingüística sobre el género del orden gramatical, debe romperse a favor de una demanda social por la cual se sostiene que el género gramatical femenino equivale al sexo biológico del referente? ¿El lenguaje sexista es el que reproduce la situación de subordinación de la mujer? Por el contrario, ¿si se usara el lenguaje no sexista, efectivamente las mujeres estarían en una situación de igualdad con sus pares varones? Ciertamente no.
Acordando con el descriptivismo lingüístico, probablemente, con el tiempo se irán sedimentando nuevas formas de nombrar a las mujeres desestimando formas discriminatorias por su condición de mujer.
DEL LENGUAJE NO SEXISTA AL LENGUAJE INCLUSIVO (Li)
El lenguaje no sexista es un simulacro de una batalla simbólica muy a menudo utilizada por políticos como muestra de su apoyo a los derechos de las mujeres.
Pero a esto le sigue, el “triplete” como se observa en este video donde la Ministra de Igualdad del estado español, Irene Montero utiliza el Li en una intervención en las Cortes Generales, bajo el segundo gobierno de Pedro Sánchez.
https://twitter.com/IreneMontero/status/1641036416850223105?s=20
Allí se emplea “todos, todas y todes” y “niñas, niños y niñes”. Se adjunta una tercera opción, con la “e”, como marca de género inclusivo. Otros recursos lingüísticos son la arroba “@” o la “x”, de acuerdo al arbitrario criterio del hablante para evitar referirse a la naturaleza binaria de las personas. Como dice María José Binetti, apelan a la des-biologización de identificaciones imaginarias, sólo posibles al nivel del habla.
Casi imperceptiblemente, han difundido en el mismo paquete del lenguaje no sexista al inclusivo, como parte de la agenda feminista: el Li es un lenguaje “liberador”, en rebeldía, contra la policía del lenguaje.6 A diferencia del lenguaje no sexista, el Li es relativamente reciente y captura asombrosamente todos los espacios de difusión posibles.
Aunque la RAE continúa rechazando estas marcas del género inclusivo por no pertenecer a la morfología del español, en su núcleo abraza al transgenerismo.
Allí se afirma que lo adecuado es referirse a las personas transgénero según cómo se definan, no según su sexo “asignado al nacer”.
No obstante, ¿cuáles son las consecuencias de su uso? Una de ellas es la dificultad cognitiva.7 Cuando estos no coinciden con las características físicas observables hace que el cerebro trabaje con mayor intensidad, ya que se presenta una disonancia cognitiva entre lo que se ve y lo que se nombra. Esta distorsión resulta del caso de la trabajadora del supermercado Lidl en Málaga.
La trabajadora tuvo dificultades en entender cómo dirigirse al cliente, al que llama como “caballero” todo el tiempo, porque el cliente no se identifica con su sexo masculino.
En España, con la aprobación de la ley Trans, “La mayoría de personas que han acudido al Registro Civil son hombres, pero manteniendo su nombre de varón en el Documento Nacional de Identidad (DNI).8 Así logran desquiciar las reglas de comunicación, porque alteran profundamente la comprensión mutua entre hablantes y el uso de los nombres propios en sus versiones femeninas y masculinas.
El mismo truco es una tercera opción respecto al sexo en los DNI de la República Argentina. En la categoría sexo se puede optar entre tres opciones: “F” (femenino), “M” (Masculino) y la “X”.
Aquí se muestran el DNI argentino de dos personas que han elegido la “x” en la categoría sexo.
En el primer documento, sus nombres son Gerónimo (masculino) y Carolina (femenino). En el segundo documento, con su nombre Tani, el portador continúa aplicando la estrategia de desconcierto, promoviendo la ambigüedad y la confusión.
Inicialmente, las autoridades administrativas advertían que, al realizar el cambio registral, cambiaran su nombre de acuerdo a su “género percibido”. Pero esta sugerencia administrativa perdió valor, porque la razón de ser del transgenerismo es basarse en definiciones teóricas flexibles y el gobierno argentino introdujo la opción “X”.
Otra de las repercusiones, es el cambio de las definiciones de las palabras, por ejemplo con feminicidio.
En este caso, un varón llamado Fernando, quita la vida de una mujer a la que había pagado para tener sus dos hijos. Inicialmente el caso es caratulado como feminicidio. Seguidamente, el asesino declara que se autopercibe mujer. La defensa hace un uso ejemplar del Li: “Amanda es y era una mujer antes del crimen, y que no hubo cosificación, ya que ambas eran dos amigas, sin una subordinación de un género a otro y en una relación de igualdad”.9
En el juicio por jurados finalmente se dictaminó que no hubo feminicidio. Entonces, ¿cómo se define feminicidio? ¿Cuáles son los criterios que debe cumplir el asesino para ser el varón que comete el asesinato?
FINALMENTE
El lenguaje no sexista es una declaración de voluntad política, donde el uso del lenguaje de manera performativa es lo más relevante. El Li es un proyecto político destinado a desmantelar la realidad, a separar el significado de las palabras de sus referentes, propio de las teorías posmodernistas de la deconstrucción. Se favorece a la confusión y a la ambigüedad, socavando las reglas fundamentales de comprensión y comunicación entre los hablantes.
Como dice la autora de Trans, When Ideology Meets Reality, Helen Joyce: "En el giro del posmodernismo, el lenguaje adquiere prioridad sobre la realidad, como algo puramente lingüístico; es una afirmación sobre el lenguaje, no sobre la realidad". Así con el control del lenguaje se controla el pensamiento y a continuación el comportamiento de las personas, como advirtió George Orwell en su novela "1984".
Departamento de la Donna (1987) Recomendaciones para un uso no sexista de la lengua, Departamento de la Donna, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia, Valencia.
García Meseguer ,Alvaro (1984) ¿Es sexista la lengua española? Una investigación sobre el género gramatical, Editorial Paidós.
En lingüística es llamado de “género (gramatical) no marcado”. No existe un género neutro como tal en oposición al femenino y al masculino, como sí existe en alemán o en latín. Esa función ''por defecto'' que vemos desempeñar al masculino para referirnos a grupos mixtos (los españoles) no es un género neutro, sino que es lo que en Lingüística se llama ''no marcado'' y que no solo afecta el género gramatical. El no marcado será aquella forma que, en comparación con sus hermanas, aparece más, en más contextos y tiende a ser morfológicamente más corta. El meollo no reside en lo que los hablantes creen que dicen, sino en observar lo que realmente dicen. el masculino es el género no marcado en castellano.https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/lenguaje-inclusivo-claves-linguisticas_129_8021559.html
El presidente de la RAE Darío Villanueva al ser preguntado por el lenguaje inclusivo en una entrevista de El País: “Las lenguas se rigen por un principio de economía; el uso sistemático de los dobletes, como miembro y miembra, acaba destruyendo esa esencia económica”. https://twitter.com/el_pais/status/1018802924456108033?s=20
Lo expuesto hasta aquí ya está desarrollado en detalle, en mi artículo del 2004, titulado “Sexismo lingüístico en el español. Actores sociales, debates y supuestos” publicado en Ritsumeikan Studies in Language and Culture, 16 (1) 143-158, 2004-06.
https://12ft.io/proxy?q=https%3A%2F%2Felpais.com%2Fcultura%2F2019%2F12%2F21%2Factualidad%2F1576920741_401325.html
En el libro de Laura Lecuona, Cuando lo trans no es transgresor. Mentiras y peligros de la identidad de género, en el capítulo llamado: En el principio fue el pronombre que lo explica claramente. La dificultad cognitiva se demuestra a través del test del efecto de Stroop, que compara el tiempo que lleva: 1) leer el nombre de los colores escritos con letras del mismo color, con 2) el tiempo en leer nombres de colores que no coinciden con el color de las letras. Se produce así un retraso en el procesamiento de la información, aumentando el tiempo de reacción y favoreciendo los errores en la segunda versión de los nombres de colores. La demora se explica porque el lado derecho del cerebro intenta indicar el color debido a que en ese lugar residen las funciones para pensar y recordar en imágenes, mientras que el lado izquierdo del cerebro insiste en leer la palabra, relacionado con la capacidad lingüística, razonamiento y escritura. Este ejercicio ejemplifica el conflicto entre ambas partes del cerebro. Así, la velocidad y precisión de las respuestas se ven afectadas por cualquier incongruencia entre el color y la palabra real en sí misma. Un ejemplo concreto es el uso de los pronombres preferidos, los cuales se presentan junto con el nombre y el cargo de una persona en el mundo angloparlante. Pero la intención es bien descrita por la escritora colombiana Carolina Sanin, citada por Laura Lecuona: “La frase “mis pronombres” es ya la ridiculez de la soberbia y el infantilismo tiránico… El lenguaje aspira a nombrar la realidad y “mis pronombres” es la manera más básica de imponerle a otro qué decir doblegándose a tu deseo. Creer que uno tiene “sus pronombres” es el delirio de la propiedad privada. Y es pura megalomanía” (Sanin, 2022)
https://theobjective.com/espana/politica/2023-07-31/mayoria-cambios-sexo-hombres-nombre/ y https://theobjective.com/etiqueta/ley-trans/
https://www.iprofesional.com/legales/384429-mato-a-su-novia-pero-se-autopercibio-mujer-no-es-femicidio
Agredecemos esta publicación, que historiza el problema, presenta las soluciones y toma partido, con la claridad, la racionalidad y la capacidad de síntesis que ya son típicas de Aldiafem. Hay mucho trabajo detrás de cada nota y una parte de ese trabajo hace que la lectura no sea trabajosa. No es fácil lograr ese efecto y es una deferencia con los lectores que también agradecemos. Sumamos esta otra reflexión con respecto al llamado "lenguaje inclusivo", que publicamos cuando en la ciudad de Buenos Aires se desató un debate (que consideramos falso) en el que los prejuicios ideológicos impermeabilizaron a las posiciones de argumentos racionales y documentación: «¿Qué Gusto Tiene La Palabra "Sal"?» https://www.vidaysocialismo.com.ar/que-gusto-tiene-la-palabra-sal/